jueves, 5 de abril de 2007

Mantis religiosa ...

¡Qué felicidad, si pudiese convertirme, por ejemplo, en una de esas mantis flor, enamoradas de su propia belleza! Tal vez sea ese mi insecto favorito. ¿Sabe usted cómo es? No existe, en este mundo, nada más hermoso. La parte inferior de su cuerpo se asemeja a un ramo de hojas muertas, entre las que se yergue, en la cima de un largo rabillo, el milagro de un pétalo púrpura, azul, violeta y rosado. Incluso sus patas anteriores, que son las que se aferran a su presa, presentan una larga dilatación membranosa que bien podría pasar por una orquídea. ¿Puede imaginar tanta belleza?

El castillo de la carta cifrada. Javier Tomeo.

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