Hay que fijarse a fondo en todos los detalles. A veces las cosas no son lo que parecen a simple vista y si no nos paramos a observar más detenidamente, quizás nos demos la vuelta pensando que hemos visto algo que en realidad no hemos visto y nos perdamos la verdad de lo que estabamos mirando.Un ejemplo de ello es el dibujo que ilustra esta entrada. A primera vista parece una mariquita, insecto que el diccionario describe de la siguiente manera: "Insecto coleóptero del suborden de los Trímeros, de cuerpo semiesférico, de unos siete milímetros de largo, con antenas engrosadas hacia la punta, cabeza pequeña, alas membranosas muy desarrolladas y patas muy cortas. Es negruzco por debajo y encarnado brillante por encima, con varios puntos negros en los élitros y en el dorso del metatórax. El insecto adulto y su larva se alimentan de pulgones, por lo cual son útiles al agricultor." Si pulsamos encima de la imagen y la agrandamos a su tamaño original, podremos comprobar que no es exactamente una mariquita como las que todos conocemos y mucho menos un insecto.
Si aplicamos esta regla a cualquier asunto de nuestra vida es muy probable que nos sorprendamos de lo que descubrimos. También es verdad, que algunas veces las sorpresas que encontramos no son agradables, pero otras son maravillosas.
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