sábado, 23 de junio de 2007

El río ...

Meditaba todas estas cosas, escuchaba sonriente a su estómago y agradecía el zumbido de una abeja. Miraba con alegría la corriente del río: Jamás río alguno le había gustado tanto, jamás había oído rumor más bello ni visto corriente más hermosa. Le parecía que ese río poseía algo especial, algo que aún desconocia, pero que le esperaba.

Junto a este río deseo quedarme. Observaba la corriente con cariño, su verde transparencia, sus ondas cristalinas, con dibujos maravillosos. Contempló las perlas claras que subían desde el fondo, las burbujas que flotaban en la superficie, el espejo del azul del cielo. El río también lo miraba con sus mil ojos, verdes, blancos, ambarinos, celestes. ¡Cuánto amaba aquella corriente! ¡Cómo le encantaba! ¡Cuántas cosas le agradecía! Desde el interior de su corazón escuchaba la voz que despertaba de nuevo y le decía: "¡Ama este río! ¡Quédate cerca de él! ¡Aprende de él!

¡Oh, sí!, quería aprender del río, deseaba escucharlo. Le parecía que quien comprendiera a esta corriente y sus secretos, también entendería muchas otras cosas, muchos secretos, todos los misterios.

Siddharta. Hermann Hesse.

No hay comentarios: