domingo, 20 de mayo de 2007

Mecidos por el viento ...

Bajo este bello nombre encontramos una curiosa actividad de desinhibición, en la que el objetivo principal es el de fomentar la confianza entre los participantes. Debido a estas características, sugerimos utilizar este juego en el primer contacto que tengamos con el grupo, así crearemos un clima idóneo para realizar posteriormente otro tipo de actividades.

Pediremos la colaboración de un voluntario que se situará en el centro de un círculo formado por el resto. Para formar este círculo nos acercaremos lo máximo posible, hasta juntar nuestros hombros, tanto al compañero de la derecha como al de la izquierda, para que no quede ningún espacio libre. Pondremos nuestras manos a la altura del pecho y con las palmas hacia afuera. En este momento, el educador indicará a la persona que esté en el centro, que con los ojos cerrados, el cuerpo y las piernas rígidas y los brazos cruzados, se deje caer hacia donde desee. Los demás, que permaneceremos en silencio, cuando notemos que se nos viene encima, tan sólo tenemos que empujarle levemente hacia otra dirección. Es muy importante que al empujar al compañero, lo hagamos con delicadeza y que no termine la actividad en ver quién empuja más fuerte. Se corre el riesgo de que el voluntario se haga daño al caer al suelo y recordemos que esta actividad es para fomentar la confianza, no para eliminarla. La persona que está en el centro, experimentará una sensación parecida a la que podría sentir si estuviese en un árbol mientras el viento lo mece suavemente y agradará a todos los del grupo que deseen intentarlo. Es interesante que el educador participe como voluntario y se deje balancear por el grupo, ya que con ello los participantes podrán comprobar que la confianza es mutua.

Sin duda alguna, la lealtad entre los miembros del grupo aumentará. Cuando el educador plantee las próximas actividades, le será bastante más sencillo involucrar a los participantes para que las realicen.

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