sábado, 5 de mayo de 2007

Dos flores ...

Jugaba una flor con otra
a darse besos de carne;
ninguna tenía pulso,
o lo tenían, ¡quién sabe!

Gozaba yo con mirarlas
y ví que gozaba el aire;
las flores no lo sabían,
o lo sabían, ¡quién sabe!

Saciaba en un claro arroyo
su sed un pájaro errante;
ciegas miraban las flores,
o no miraban, ¡quién sabe!

El aire y yo sonreimos
viendo aquel juego suave.
¿Quién sabe lo que sabían
de amor las flores ¡… Quién sabe?!

Manuel Beato del Rosal. Abril 2.007.

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