Cierras los ojos, pero me estás mirando.
Aprietas ligeramente mi mano,
y haces de todo mi cuerpo un escalofrío.
Sin poder evitarlo, tiemblo y se me cierran los ojos.
Se me cierran los ojos, pero te estoy mirando.
Uso de toda mi fuerza.
Por fin, llego a tu boca y suavemente te beso.
Mi corazón se acelera.
Te abrazo.
Me abrazas.
Y te digo: te quiero mi vida.
Y me dices: y yo mi alma.
¡Qué bonito!
Tu eres mi vida, yo soy tu alma.
A Carmen. Doñana. Junio 1.991.
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