
Muy distinto es cuando nuestra veneración y nuestro cariño son ajenos a todo hábito y corresponden a una pura inclinación personal, cuando de todo corazón hemos sido el amigo o el discípulo. En estos casos, es un instante amargo y terrible aquel en el que vislumbramos de repente que la corriente dominante en nosotros quiere apartarnos de la persona querida. Cada uno de los pensamientos que rechazan al amigo o al maestro se vuelve entonces, con aguijón envenenado, contra nuestro propio corazón y cada uno de los golpes que asestamos nos hiere, de retorno, en el rostro. En aquel que creía seguir una propia moral superior surgen las ideas de "traición" e "ingratitud" como reproches y estigmas vergonzosos, y el corazón, asustado, huye temeroso a refugiarse en los amados valles de las virtudes infantiles, sin resignarse a creer que también ha de ser consumada esta ruptura y quebrantado este lazo.
Demian. Hermann Hesse.
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