-¿Qué pueden significar, me preguntó, las diferencias que puedan surgir entre dos hombres como nosotros, que acaban de conocerse, si las comparamos con el enfrentamiento perpetuo de dos cabecitas insertas por un solo cuello en el mismo tronco?
Volví a hacerle notar que hablaba de monstruos con tanta ternura como si hablase de violines y él, sin agradecerme el piropo, me dijo que por detrás de cada aberración de la naturaleza flota siempre el eco de un suspiro o incluso el eco de un violín. Dijo también que los violines nos recuerdan que esas infelices criaturas solo existen para que nosotros aprendamos a amarlas y seamos más indulgentes con nuestras propias imperfecciones.
Diálogo en re mayor. Javier Tomeo.
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